LAS MIELES DE HACER CAMPEÓN A TU EQUIPO

Por: Rodrigo Peña

 

Pocas veces puedes ser campeón de cualquier tipo de torneo que disputes, pueden ser 3, 10, 15 o 50 partidos, pero cada partido es crucial, y sobre todo, si se trata de una fase de eliminación directa... Y sobre todo, si en la final, tu equipo se va perdiendo al mediotiempo y las esperanzas parecen más remotas cada vez, sobre todo, por las limitaciones que te pone el tiempo, y que a veces, simplemente. por motivos que solo el futbol conoce, las tácticas planeadas en los entrenamientos, no rinden frutos.

Llegas a la cancha un poco tarde, claro, quisiste ir por tus guantes nuevos para estrenarlos en una final... Apenas te da tiempo de calentar y llegas con el único pensamiento de "Vamos a ser campeones", ¿Por qué? Porque en el papel eramos mejores antes de iniciar, porque habíamos goleado los anteriores 3 encuentros, porque no nos habían metido gol aún... Porque estábamos defendiendo el campeonato del año pasado, solo por eso, antes del partido ya me sentía campeón.

Pero llegas a la cancha, confiado, y al parecer, tus compañeros lo hacen de la misma manera... ¿Será que piensan igual que yo? ¿Será que quieren anotar el gol del campeonato? Bueno, no importa, porque el partido ya va a empezar. Transcurren los minutos y cada balón que llega a mis manos me da más seguridad y más confianza, sabiendo que el siguiente, también terminará bajo mi control. 
 


El equipo contrario hace lo propio, es muy ordenado, tiene salida, tocan bien, pero al igual que nosotros, fallan en la última zona, en la que, por cierto, no se puede fallar, parece que el empate persistirá en lo que resta del juego y solo una genialidad, o bien, un error romperán el cero.

Y justo antes de ir al mediotiempo, ¡BUM! Balde de agua fría, una genialidad, aprovechando las circunstancias hizo que nos fuéramos abajo en el marcador, y que, además de todo, parece que no se podrá refrendar el título del año pasado... 

El mediotiempo es interminable, gritos, el técnico, capitán, jugadores, parece que todo va para abajo, nadie encuentra la manera de decir que ganaremos, nadie parece dispuesto a hacerlo...

Y comienza el segundo tiempo, parece que el equipo retoma la tranquilidad y que volvemos a intentar buscar ganar el encuentro, aunque primero hay que empatarlo, pasa el tiempo, fallamos una, dos, tres, hasta cuatro veces, y de repente, "nos empiezan a apedrear el rancho", y para variar, el tiempo corre en nuestra contra, cada intento hacía adelante no da frutos, hasta que, a tan solo dos minutos de que el encuentro finalizara, ¡BUM! De nuevo regresa la emoción, ¡GOL PARA LOS NUESTROS! Estábamos de vuelta, claro, sin saber que estábamos a dos minutos del final, al contrario, pensábamos que entre más tiempo hubiera, mayores eran nuestras posibilidades de anotar y darle la vuelta al marcador.

Para nuestra desgracia, o finalmente, nuestra fortuna, los penaltis sería donde se definiría todo, donde todo el esfuerzo que pusimos desde que comenzó el año escolar se definiría como fracaso o gloria...

Era hora del sorteo para elegir quién tiraría primero, y afortunadamente nos toó elegir, preferimos que ellos tiraran primero, claro, sin saber exactamente qué sucedería. El primer penal llegó y la presión psicológica fue mi primera arma, inmediatamente a presionar el rival, y esto rindió frutos, su disparó se fue directamente al travesaño. Cada disparo después de este, entró a las redes, pero cada penal que tenía que detener era más difícil, adiviné la dirección de 3 de los otros 4 penales, pero infortunadamente, no pude detener ninguno. El momento de la verdad llegó, el último penal, para el cual, yo había alzado la mano porque algunos compañeros no quisieron cargar con esa responsabilidad. Después de recibir el gol, tomé el balón, me dirigí al manchón penal, escuché al árbitro decirme "Sobre el círculo, no afuera", coloqué el esférico, conté la cantidad de pasos que daba, uno, dos, tres, cuatro y cinco. No me dio tiempo siquiera de meditar a dónde cobraría, solo sabía que tenía que cobrar pegado a un poste. Decidí no alzar la mirada, evitar el contacto visual con el portero, o peor aún, visualizar la portería y verla muy pequeña me daría pánico. 

Oí el pitido del silbato, sabiendo que era el momento, preparé el disparo y sobre la marcha decidí cruzar mi disparo. ¡Muy buena elección! ¡El balón había entrado a las redes! ¡ERAMOS CAMPEONES! Entonces decidí voltear, ver a mis compañeros, todos se dirigían hacia mi, corriendo, en júbilo, sabiendo que todos gozábamos y gritábamos ¡CAMPEONES, CAMPEONES, OLÉ, OLÉ OLÉ! Realmente no había mejor sentimiento que estar rodeado por tus compañeros reconociéndote haber puesto la cereza al pastel que forjamos juntos.

Lo mejor de todo, es que, cuando sea hora de regresar a la escuela, regresaremos con un trofeo que nos acredita como campeones, que nos demuestra como el mejor equipo de la zona 032 de la SEP, creo que lo mejor de todo es saber que estuve en los dos campeonatos que conseguimos en los últimos tres años... Ahora, nos esperan los juegos regionales.

Quiero agradecer como último, pero no menos importante, a mi querido amigo y fotógrafo, Manuel Vela quien nos acompañó en este torneo y tomó excelentes fotografías de los juegos, memorias que durarán para siempre.

De la misma manera, agradezco a Fernando Varela, que sin su ayuda no lo hubiese logrado, claro, que el campeonato te lo dedicamos a ti güero, ¡recupérate pronto de tu